Llega una nueva generación de prendas que se contraen en función de la temperatura y aíslan mejor del frío, entre otras funciones.
Las capas de invisibilidad son una de las tecnologías que suelen prodigarse en la ciencia ficción. Y, si bien no se descartan avances similares en el campo de la ropa inteligente en los próximos años, hay otras aplicaciones no menos sorprendentes a la vuelta de la esquina. Además de funcionalidades estéticas como cambiar de color, los investigadores están desarrollando una nueva generación de tejidos inteligentes que pueden cambiar de estructura para mantener la temperatura corporal. Es el caso del material que acaba de presentar un equipo de especialistas del MIT estadounidense.
Tejidos inteligentes que cambian según las condiciones ambientales
Seguro que has salido a la calle en más de una ocasión con ropa de más o de menos. Quizá de pronto hacía mucho calor y tu jersey te parecía demasiado grueso. O, por el contrario, un viento gélido te helaba hasta los huesos y te arrepentías de no haber salido con un abrigo de lana en lugar de una chaqueta vaquera. Según el MIT, la respuesta ante esas vicisitudes meteorológicas se encuentra en unas fibras de elastómeros de cristal líquido (LCE, por sus siglas en inglés) llamadas FibeRobo capaces de regular la temperatura corporal.
¿CUÁLES SON SUS CARACTERÍSTICAS?
La principal característica de los tejidos inteligentes es que son capaces de percibir el entorno y responder a los estímulos. Y lo hacen de dos maneras fundamentales: de forma pasiva o recurriendo a fuentes de energía exógenas.
Las fibras del MIT pertenecerían a la primera categoría de textiles inteligentes, ya que son capaces de contraerse automáticamente ante una bajada de temperatura. Esto, a su vez, redunda en una mayor capacidad de aislamiento térmico. Una vez que la temperatura ambiental sube, el tejido recupera su estructura original. Y todo ello sin necesidad de electricidad.
Principales funciones de los tejidos inteligentes
El avance hacia las prendas inteligentes es, junto con la sostenibilidad, uno de los grandes retos de la industria textil. Aquí conviene distinguir entre wearables o ponibles –por ejemplo, un parche que se integra en una camiseta– y los tejidos inteligentes, que son fibras textiles que forman parte de la estructura de la prenda y se fabrican con procesos similares a los de la lana, el algodón y otras fibras convencionales. En este segundo caso, los laboratorios están trabajando en cinco funcionalidades básicas, ya sea con tecnologías pasivas o activas:
- Sensores. Permitirán que la ropa detecte cambios térmicos o lumínicos, el ritmo cardíaco, la presión o la humedad, entre otras cosas.
- Comunicación. Otra funcionalidad crucial será el envío de información obtenida a través de los sensores, ya sea de forma inalámbrica o través de circuitos.
- Almacenamiento. La ropa del futuro podrá almacenar energía en sus fibras para su uso por parte de sistemas de computación.
- Procesamiento de datos. Se espera que las prendas inteligentes ofrezcan algún tipo de capacidad de procesamiento computacional de las señales.
- Actuadores. Se trata de fibras capaces de convertir energía en vibración, sonido o cambios de estructura, tal como sucede con los tejidos térmicos del MIT.
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